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Si los chilenos no son estúpidos, gana Hirsch

Encuestas por encargo para manipular a la opinión pública no pueden tener más fuerza que la que surge de la razón y del análisis elemental de lo que ha sucedido en Chile

Sergio Yáñez Polizzi, Ñuñoa
(07/09/05)
NO SON LAS tendenciosas encuestas la mejor manera de escrutar el futuro. Volver a confiar en la simple lógica, relegada al olvido a fuerza de tanto tarot, acaso sea lo recomendable para desentrañar los verdaderos designios de la próxima elección presidencial en Chile. ¿Por qué habría de ser descabellado convocar a la razón y sus herramientas cuando ha sido eso lo que nos ha traído hasta la cima de la pirámide zoológica? Por lo demás, buena parte de la conducción de nuestra vida cotidiana la basamos en el razonamiento lógico.
Pues bien; la apelación al recurso del razonamiento lógico da a las encuestas su mentís y nos presenta un resultado sorprendente: gana Tomás Hirsch.
Las premisas son:
1. La Concertación es la Concertación y se comporta como la Concertación.
2. La derecha es la derecha y se comporta como la derecha.
No son premisas muy audaces, que digamos. Podemos aceptarlas sin sentirnos gravemente amenazados. Vamos viendo.
Si consideramos que la política ambiental de la Concertación sólo acepta el calificativo de desastrosa, que lo que cabía hacer era impedir que el gran capital asolara el medio ambiente a través de la explotación depredadora, que los grandes empresarios han sido desde siempre representados por la derecha y que han sido los propios ambientalistas quienes han denunciado las atrocidades del modelo; ya podemos decir que los ambientalistas militantes y los ciudadanos con conciencia ambiental no continuarán auspiciándolo con sus votos. Salvo que renuncien a ser coherentes, con lo cual perderían, en lo sucesivo, todo derecho a pataleo.
Si consideramos que los periodistas han sido víctimas de un reciente intento de encerrona por parte de los parlamentarios, tanto de la Concertación como de la derecha, y que la conducta complaciente de la Concertación frente al monopolio de la información por parte de la derecha ha sido una constante, con lo cual ha demostrado su absoluta indiferencia ante la libertad de expresión y el pluralismo, está de cajón que los periodistas y los partidarios de la prensa libre no votarán por la Concertación ni por la derecha. Salvo que renuncien a ser coherentes, con lo cual perderían, en lo sucesivo, todo derecho a pataleo.
Si consideramos que los jubilados han sido víctimas favoritas del modelo, que el sistema previsional se lo debemos a la ingeniería de la derecha y que la Concertación lo ha mantenido incólume, los jubilados no podrían premiar con su voto a quienes los han colocado por detrás de lo que botó la ola y condenado a una vejez de subsistencia. Salvo que renuncien a ser coherentes, con lo cual perderían, en lo sucesivo, todo derecho a pataleo.
Si consideramos que la población indígena ha conocido de cerca la cara feroz de la represión en democracia, que su lucha reivindicativa ha sido presentada bajo el rótulo de "terrorismo" y que bajo la Concertación sólo se ha perpetuado el despojo histórico de la derecha oligarca, es fácil deducir que los pueblos indígenas no votarán por quienes los han mantenido en la marginalidad económica, política, social y cultural, como ciudadanos de tercera categoría. Salvo que renuncien a ser coherentes, con lo cual perderían, en lo sucesivo, todo derecho a pataleo.
Si consideramos que los deportistas se han visto decepcionados una y otra vez a lo largo de los sucesivos gobiernos de la Concertación, en particular por el último, que culmina con un Chiledeportes auditado por todos lados luego de cinco subsecretarios en seis años de gobierno y que la derecha, fuertemente enquistada en el Comité Olímpico, sólo ha protagonizado vergonzosos escándalos desde la década del 70, algunos de los cuales han rematado en Capuchinos y en sanciones de porvida por parte del Comité Olímpico Internacional; podemos prever que los deportistas, técnicos y amantes del deporte en general no volverán a respaldar con sus votos a ninguna de estas fuerzas políticas. Salvo que renuncien a ser coherentes, con lo cual perderían, en lo sucesivo, todo derecho a pataleo.
Podríamos seguir con los profesores, los trabajadores de la salud, los funcionarios públicos, los pescadores artesanales, etc. etc. Baste, por ahora con referirnos a los trabajadores en general. Y si consideramos que el tema de las relaciones laborales ha sido uno de los más ausentes en la agenda concertacionista, que los trabajadores siguen sometidos a una Ley Laboral hecha a la medida de los patrones, concebida por la derecha durante la dictadura y mantenida en sus fundamentos por la Concertación, resulta evidente que los trabajadores no votarán por quienes los han sometido a un estatus humillante y les han arrebatado sus derechos privándolos de un mayor bienestar para ellos y sus familias. Salvo que renuncien a ser coherentes, con lo cual perderían, en lo sucesivo, todo derecho a pataleo.
Queda demostrado, pues, a través de este impecable análisis, que Tomás Hirsch será quien triunfe en diciembre. El rigor lógico, de silogismo en silogismo, conduce a la conclusión inevitable de que el candidato de la izquierda ganará porque nadie votará por la Concertación o la derecha. El sólo voto de los trabajadores y los jubilados será suficiente para que gane Hirsch. Por cierto, también se puede votar nulo o en blanco, pero cualquiera sabe que eso equivale a permitir que la Concertación continúe usufructuando del poder y, para ser sincero, este humilde análisis se funda también sobre una tercera premisa: que los chilenos no somos estúpidos. Sí, bueno, de acuerdo; esta última premisa es menos obvia que las anteriores, pero, ¡por favor, no seamos tan perfeccionistas!

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